Las cosas en su casa iban desapareciendo. Un día un cenicero, otro un libro y así, poco a poco, se vaciaba. Cuando sus alumnos venían a visitarla y le alababan algo, simplemente decía:
-Llévatelo. Te lo regalo.
-Pero como, no puedo, -aclaraba atónito el visitante,- solo dije que era lindo.
-Llévatelo te digo,-replicaba dulcemente- tu estas en tiempo de guardar y yo, de desprenderme.
2 comentarios:
Una vez alguien me dijo una frase que tiendo a considerar, pues las pocas mudanzas trasatlanticas que he tenido en la vida, me han hecho tenerla presente: "Uno es esclavo de lo que posee".
Sin embargo siempre hay objetos que fascinan y enamoran, y la atraccion hacia ellos me hace olvidar la famosa sentencia. Y asi, a donde llego me lleno de peroles nuevamente, y a la hora de irme debo sacar una balanza y poner en ella lo que dejo y lo que llevo.
Algunos tenemos la tendencia a coleccionar, lo importante es como bien dices, saber desprendernos cuando llega el momento, sea cual sea... dando a otros la oportunidad de gozar de ese objeto que un dia nos enamoro.
Estoy en un momento vital en el que poco a poco me vacío. Sé que cada vez necesito menos y deseo que, lo poco que me quede, sea bueno. Por poner un ejemplo: Llegué a poseer más de mil libros. Ahora quizá tenga cuatrocientos... y espero llegar a cien. Pienso que aún son demasiados.
Te entiendo, Graciela; lo que dices.
Besos.
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