Había sido su primer novio. Compartieron dulces amores y castas pasiones. Ella de 16 y el de 18 soñaban vivir juntos para siempre. No fue así. Cada uno caso con otro, y cada uno se divorcio de ese otro.
A mitad de su vida tuvieron la oportunidad de amarse como hombre y mujer.
A lo largo de los años, se hablaron poco, se vieron menos.
Dos décadas después se abrazaron llorando cuando él enterraba a su primer nieto.
1 comentario:
Ahora sí, Graciela. Ahora sí... ya lo entiendo.
Un beso.
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