lunes, 6 de abril de 2009

LA NOMBRADÍA




Hace unos días, hablando con un amigo muy querido, tocábamos el tema de las frases habituales con las cuales aterrizamos al despedirnos después de un encuentro amistoso. Esos clichés, que en lugar de darnos ánimo, de reafirmar el sentimiento de amistad o la promesa de un reencuentro, son en cambio, un ensarte de palabras vacías que solo nos dejan un sabor de abandono y desesperanza.

Mientras hace años, me decían:
-¡Pórtate bien!
hoy me advierten:
-¡Cuídate!
Me amenazan con el impersonal:
-¡Se te quiere!
Embanderan el fatídico:
-¡Nos vemos!
O, peor aún, me lanzan la espada de Damocles:
-¡Te llamo!

Ahorita, mientras hojeaba “Sabor y saber de la lengua”, de María Fernanda Palacios, publicado por Monte Avila en 1987, encontré esto:

“La imaginación ha quedado relegada al jardín de infancia, a las clínicas psiquiátricas o a los talleres de poesía. La ciencia, la tecnología, los medios de comunicación de masas y los ritmos cada vez más uniformes del vivir han terminado por imponer sus ‘neolenguas’ (lengua abreviada, estereotipada, sin figuras). Cada vez el pensamiento se hace mas literal y el campo metafórico más invisible.” (pg. 27)

3 comentarios:

María Antonieta Arnal Parada dijo...

Así como se han vuelto tan impersonales y vacías las frases que nos decimos, las relaciones se han vuelto más frívolas y sin compromiso. En nosotros está cambiar esta nueva forma de ser de los venezolanos. No es fácil, pero hay que seguir luchando por un mundo más humano, fraterno y comprometido.

Politicamente Incorrecto dijo...

Bueno y por el camino en que vamos pronto todo esto cambiará y será muy usual oir decir:
--Que el viagra te haga efecto !!
ó tal vez:
--Que la silicona te mejore !!
quizás:
--Que Obama te bendiga !! y cosas así.

JUANAN URKIJO dijo...

La mayor parte de las veces, esos tópicos hueros son justamente eso: modos de salir del paso. Nos cuesta dirigirnos al otro tal cuales somos, porque fracasamos estrepitosamente en las distancias cortas. Imagina que alguien te dice ese "¡Qué hay, Graciela!" y tú le comienzas a contar qué te preocupa, cómo te sientes, dónde te duele el alma... Se te muere en el sitio.
Así es que va mejor el tonillo impersonal de la fórmula ensayada, que compromete bastante menos que un "¿qué tal estás?" dicho más con la mirada que con los labios.

Me ha gustado tu entrada... y "El Día del Libro y la Lectura en Venezuela", con el Lobito Bueno que ya leí por aquí.

Te seguiré leyendo, Graciela.