Todo apunta que en las elecciones del 2012 no votaremos por un partido sino por una persona.
Cuando se pueden contar los días que faltan para la fecha, los prestidigitadores de la política andan boleando cual será el perfil de ese personaje.
Quien sea no se medirá sino se enfrentará a una maquina humana, HCF.
Este Presidente ha probado ser un candidato fuerte, difícil de derrotar. HCF es un monstruo en muchas cosas, una de ellas es su capacidad de comunicar, su facilidad para conectarse con los extremos, tanto con desposeídos como con los excesivamente poseedores. Y para lograrlo es capaz de hacer cualquier cosa, constitucional o no, aplicando aquello que ‘en la revolución todo, fuera de ella nada’.
En una reciente (25/1/11) rueda de prensa desde el edo. Portuguesa, HCF proclamó: “Yo no llegué aquí para engañar al pueblo o traicionarlo. Llegué para vivir y morir por el pueblo”
¿Está diciendo la verdad? ¿Acaba de llegar?
El país, está agotado de su verborrea indetenible. HCF es un parlante que transforma cualquier tarima en púlpito amenazante.
HCF posee una labia discursiva que encadena entre anécdotas y amenazas, promesas y ridiculizaciones, apuntaladas con mentiras incumplibles , vendiendo sueños y esperanzas que, después de 12 años mandando, no ha podido materializar.
Desgraciadamente esas arengas vacías y manipuladas han desprestigiado el lenguaje político, han vaciado de contenido las palabras, desvirtuando los valores que han de sostener y validar el ejercicio del poder. La credibilidad, honestidad, confiabilidad, integridad, son valores necesarios para avanzar hacia una vida nacional equitativa y próspera. Esa que se construye basada en la confianza, transparencia, responsabilidad y respeto.
HCF es tan buen vendedor que hoy muchos venezolanos continúan creyendo y esperando ese bienestar ofrecido.
Sin embargo, cada vez somos más, ya pasamos del 52% de la población, los venezolanos que estamos hartos de la desfachatez con la cual se oculta la realidad, de la manipulación de la verdad, de los discursos construidos con palabras maltratadas que irrespetan a la audiencia. Su lenguaje no conoce el pudor. No importa la mentira, todo está permitido con tal de justificarse en el poder.
Este devaluado discurso ha erosionado el terreno de la ética. Y desde estas cárcavas surgirán los valores que calificarán el perfil de quien irá a las elecciones del 2012 con una bandera de cambio por la restauración de la democracia en Venezuela, por la recuperación de la confianza en el sistema socio político y por la participación cívica.
La prudencia señala, además de la necesaria rigurosidad y amplia convocatoria para la selección del candidato o los pre candidatos, la aplicación cabal de una criba de valores que lo califique, asertivamente, como la persona mejor preparada para el cargo.
La CREDIBILIDAD es un valor que debe formar parte de la trayectoria de vida de quien sea designado candidato.
CREDIBILIDAD no es un adjetivo. No se compra. No es un lema publicitario.
CREDIBILIDAD es una virtud que toma tiempo consolidar. Se construye con componentes, objetivos y subjetivos, sostenidos a lo largo de la vida, pública y privada, basados en una trayectoria de gestión de comprobada eficacia, como dicen los anglosajones ‘accountable’, un ejercicio responsable del poder.
La CREDIBILIDAD genera la confianza indispensable para la consolidación del capital social. Confianza que se basa en la certeza que el elegido responderá qué ha hecho con el poder que le ha sido otorgado .
La CREDIBILIDAD requiere transparencia en la vida del político. Su trayectoria es y será pública, por lo tanto escrutable en cualquier momento y por cualquier medio. Más hoy cuando con las nuevas tecnologías no hay nada secreto entre cielo y tierra.
CREDIBILIDAD, exige honestidad, coraje para defender la verdad y comunicarla a toda costa. Honestidad que se ubica en la conjunción entre la fidelidad al compromiso y el respeto a los otros.
CREDIBILIDAD en quien reconoce una falta, un error, antes que negarlo.
CREDIBILIDAD que se alcanza cuando la verdad es la bandera y con ella se actúa conforme a la justicia. Cuando no se manipulan la fe y las esperanzas de los electores.
La CREDIBILIDAD se sostiene en la integridad de quien cumple responsablemente las funciones que le han sido encomendadas.
Estos conceptos no son construcciones abstractas, son valores exigidos por nuestra realidad. Son los que requerimos del próximo Presidente de Venezuela, para reconstruir al país, basado en la ética, la libertad y la VERDAD.
CREDIBILIDAD no es un adjetivo. No se compra. No es un lema publicitario.
CREDIBILIDAD es una virtud que toma tiempo consolidar. Se construye con componentes, objetivos y subjetivos, sostenidos a lo largo de la vida, pública y privada, basados en una trayectoria de gestión de comprobada eficacia, como dicen los anglosajones ‘accountable’, un ejercicio responsable del poder.
La CREDIBILIDAD genera la confianza indispensable para la consolidación del capital social. Confianza que se basa en la certeza que el elegido responderá qué ha hecho con el poder que le ha sido otorgado .
La CREDIBILIDAD requiere transparencia en la vida del político. Su trayectoria es y será pública, por lo tanto escrutable en cualquier momento y por cualquier medio. Más hoy cuando con las nuevas tecnologías no hay nada secreto entre cielo y tierra.
CREDIBILIDAD, exige honestidad, coraje para defender la verdad y comunicarla a toda costa. Honestidad que se ubica en la conjunción entre la fidelidad al compromiso y el respeto a los otros.
CREDIBILIDAD en quien reconoce una falta, un error, antes que negarlo.
CREDIBILIDAD que se alcanza cuando la verdad es la bandera y con ella se actúa conforme a la justicia. Cuando no se manipulan la fe y las esperanzas de los electores.
La CREDIBILIDAD se sostiene en la integridad de quien cumple responsablemente las funciones que le han sido encomendadas.
Estos conceptos no son construcciones abstractas, son valores exigidos por nuestra realidad. Son los que requerimos del próximo Presidente de Venezuela, para reconstruir al país, basado en la ética, la libertad y la VERDAD.
1 comentario:
Lo que necesitamos es un político cristiano de verdad.
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