miércoles, 22 de octubre de 2008

ALEJANDRO



Cuando era niño, no quería comer.
Solo le gustaba ver llover.
Su abuelo solidario, cada vez que llegaba la hora de sentarse a la mesa, se paraba a sus espaldas, sostenía un paraguas abierto y sobre el iba, deslizando un hermoso hilo de agua hasta que acabara el plato,

2 comentarios:

MoniQueen dijo...

Así es el amor... nos lleva a hacer actos y gestos que a veces muchos tildarían de locos! Qué abuelo más hermoso!

Anónimo dijo...

¡Que bello!