Hacia el amor antes de cada concierto. En un intercambio de voces y silencios, sus manos de contrabajista templaban, da capo al fine, todas las fibras del cuerpo de su amante. Sus profundidades se abrían generosas entre sus dedos adiestrados. Con su arco entonaba armonías en sus ecos húmedos hasta alcanzar el allegro final. Entonces, embriagados por los olores y sabores del amor, culminaban con sus cuerpos unidos en un aplauso al deseo satisfecho.
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