jueves, 24 de junio de 2010

Aparecen miles de contenedores llenos de alimentos podridos en Venezuela


Viñeta: Rogelio Chovet


En enero de 2008, el gobierno venezolano creó la PRODUCTORA Y DISTRIBUIDORA VENEZOLANA DE ALIMENTOS (PDVAL). Funcionando bajo la tutela de PDVSA, la macro empresa petrolera estatal, se le fijó la misión de ser una red alimentaria a escala nacional, con el “fin de beneficiar a los venezolanos, quienes podrán adquirir productos de la cesta básica a precios regulados”

En su momento, el Titular de Energía y Petróleo, explicó que esta nueva empresa nacía con el propósito de lograr resolver los problemas que en los últimos meses se habían presentado con relación al desabastecimiento de alimentos, “producto de la situación de acaparamiento, contrabando y desvío de productos”.

Dos años después, la realidad se impuso sobre la falsedad del discurso oficial, y lo errático de sus políticas alimentarias

El control de precios, el control del acceso a divisas, las expropiaciones a las empresas privadas de producción y distribución de alimentos,94 en 5 años, y la ineficiencia de los gerentes ministeriales, convirtieron a PDVAL en una gran importadora de alimentos y generadora de ostentosa fuente de corrupción.

Los “agentes” o intermediarios, que adquirían los productos obtenían divisas preferenciales para venderlas luego a valor de la divisa permuta, tres veces más alta.

La exagerada magnitud y la alta rentabilidad generada por estos negocios, produjo las graves consecuencias que ahora Venezuela está sufriendo

No sólo significó el desangramiento oneroso al erario público, un escandaloso enriquecimiento ilícito colateral, sino la pérdida de miles de toneladas de alimentos supuestamente comprados “para el pueblo” venezolano.

A la inoperancia de los estatizados puertos nacionales, se le sumaron: la avalancha de alimentos importados y la desidia de quienes al haber ya obtenido sus jugosas ganancias, no agilizaron su recepción, provocando así el abarrotamiento y consiguiente colapso de los mecanismos de desembarque y distribución de la mercancía recibida con su consecuente descomposición.

Si bien desde hace un año se venía escuchando de esta situación, el terror de los empleados públicos a denunciarla hizo que fuese sólo hace un mes, cuando ya era evidente la magnitud del despilfarro, que se realizaron las primeras denuncias.

Poco a poco, empezaron a aparecer los reportes. En Valencia, Cumaná, Maracaibo, Portuguesa, Barinas, San Cristóbal, Vargas, Cojedes, pronto, voces desde todo el país daban cuenta de la existencia de grandes cantidades de contenedores abandonados llenos de alimentos podridos. Igualmente de lugares donde se les estaba incinerando, enterrando. Los fuertes olores de putrefacción impidieron mantener ocultas estas operaciones.

Hasta hoy, tenemos certificación de la pérdida de más de 122.000 toneladas, entre otros, de arroz, leche, azúcar, carne, harina de trigo, aceite de soya, pollo. Además de cantidades de medicinas y vacunas vencidas. Esta cifra crece día a día a medida que aparecen más denuncias

Ante la evidencia del desastre se conoció por un funcionario del ministerio publico, que en los silos del gobierno existían 20.000 toneladas de arroz paddy vencidas, por tanto no aptas al consumo humano por haber excedido los 19 meses de almacenamiento.

Según los expertos, estas cantidades de comida hubiesen podido alimentar a 17.000 seres humanos durante un mes.

En un informe interno de la agencia de gobierno, que llegó a manos del Director del Diario Tal Cual, Teodoro Petkoff, cuyos datos han sido reseñados en los reportajes del periodista Alejandro Boitía, se devela:
“La meta de importación de alimentos que le fijaron a PDVAL, fue de 1 millón 751 toneladas (…) sin embargo, lo que logramos importar fue tan solo 639 mil toneladas que es un tercio de lo proyectado (…) lo que alcanzamos a distribuir fue solamente 191 mil toneladas de alimentos”.

Damian Prat (@damianprat en www.codigovenezuela.com) comentó: “…es decir, que hay 448 mil toneladas (448 millones de kilos) que se compraron, pagaron, montaron en barcos… ¡pero no se sabe donde están ni que se hizo con semejante cantidad de alimentos!”


El campanazo volvió a repicar cuando se conoció que, desde la República Dominicana habían devuelto a Venezuela 51 contenedores, cada uno con 30 toneladas de alimentos en mal estado, que su gobierno había enviado a Haití como ayuda humanitaria.
Un manto de vergüenza pública volvió a cubrir el honor de los nacionales.
Circulan algunas cifras que aproximan los montos y cantidades erogadas por el Gobierno: $3.845 millones en importación de alimentos desde fines del 2007 y 3.255 contenedores de aprox. 42 pies cúbicos cada uno.

Difícilmente se conocerán los números reales.

En lenguaje ”alimentario”, no estamos hablando de “dos conchas de ajo”.

A todas estas, durante este tiempo, el discurso oficialista, expresado a través de su vocero mayor, el Presidente Chávez, se ha mantenido lanzando cortinas de humo. En cadenas de radio y TV nacionales, el Presidente anuncia detenciones a banqueros, a directores de plantas de TV , amenazas de expropiación al sector empresarial privado, especialmente a Empresas Polar, principal corporación del país productora de alimentos de consumo masivo.

Sumado a los costos sociales y monetarios de este desperdicio de alimentos, cada vez más escasos en los mercados y automercados nacionales, se les deben agregar, los de los fletes, transporte y seguro, las jugosas coimas y ahora los gastos ocasionadas por su desaparición para evitar la contaminación ambiental .

Hasta la fecha no se conoce sino un detenido, el empleado que hizo la primera denuncia.

En su reciente columna del 20/6 en El Nacional, la periodista y escritora Milagros Socorro denuncia: “Pero no toda esa comida está ahí supurando, parte hubo que se destinó a escolares. La Voz de Guarenas reportó, este jueves, que las madres procesadoras del Programa de Alimentación Escolar en la escuela Bolivariana, en Santa Lucía, donde estudian 805 niños, devolvieron a Mercal, ‘harina precocida con gusanos, huevos pasados, hortalizas y frutas podridas, queso ácido y otros productos con cucarachas y excrementos de ratones’".

Ya circula, en el ámbito popular, el chiste: “ El presidente Chávez declaró a un periodista inglés: ¿Escasez de alimentos aquí? ¡Chico!, si aquí hasta se nos pudre la comida”

Ante esta trágica situación, concluyo citando al escritor Alberto Barrera Tyszka, quién trabajó el tema en su columna del pasado 13 de junio, en Siete Días de El Nacional: “Miles y miles de kilos de alimentos desperdiciados, hechos basura, vueltos moho y moscas. Son cadáveres que surgen de pronto y quedan flotando sobre el mapa. No sólo es un asunto de ineficiencia en la gerencia pública, de corrupción. No sólo es un crimen. También es un insulto a la pobreza. Una traición a lo que tanto dicen y pregonan. Un solo contenedor de PDVAL dice más que todas las palabras de una cadena presidencial.

Se necesita mucha falta de escrúpulos para salir de 70.000 toneladas de delito y aterrizar en un aplauso, en un autoelogio. Sin duda, no es un chiste. Es parte de la misma tragedia. También hay palabras podridas que flotan sobre diferentes lugares del mapa ¿Hasta cuándo se puede abusar de la esperanza? ¿Cuánto dura la fe de los pobres?”

¿Que más se puede añadir?

1 comentario:

María Antonieta Arnal Parada dijo...

Muy bueno. Un buen resumen de todo lo que está pasando.