miércoles, 21 de septiembre de 2011

¡Jamás se termina eso de ser Miss Venezuela!



En 1971 Jeannette Donzella fue elegida Miss Venezuela. Después de su coronación el concurso tomó otro rumbo y hoy 40 años después se deben dar otros cambios.


Jeannette era una niña tímida. Su mamá, para ayudarla a superar su aislamiento, la inscribió en el concurso “Princesita Venezuela”, el cual no solo ganó, sino que la llevó a Chicago para competir en el “Princess Pageant”. Allí obtuvo el segundo lugar y pensó que con este galardón, culminaría su experiencia en las pasarelas.

Pero no fue así.

Esta figuración llamó la atención de Abelardo Raidi quien al calificarla como la Sofía Loren venezolana, inicia su promoción para que se inscriba en el Concurso Miss Venezuela. Finalmente la logra convencer y Jeannette se inscribe 14 días antes de la fecha del evento. Cuando le preguntaron a cual estado quería representar, la joven exclamó:

—Al Distrito. Federal, yo nací en Caracas.

—No puedes, ese ya está tomado, escoge otro.

—Pues Monagas porque me encanta el oriente de Venezuela.

Y así fue, en menos de dos apresuradas semanas Jeanette logró la corona de Miss Venezuela.

Hoy, ante la cercanía de la edición del Miss Venezuela 2011, conversamos con ella.

—¿Cuáles eran los criterios para seleccionar una Miss y como los ves a la luz de hoy?


—Entonces a las participantes no se les sometía a transformaciones ni físicas, ni escénicas. Yo lo más que hice fue someterme a los masajes de Sonia Andrade a quien llamaban la “Bruja de Bello Monte”.

Éramos chicas ’normales’. Si bien había un ambiente de competencia, y entre nosotras hubo fuertes rivalidades, hice amigas que aún conservo. Para el jurado, la belleza era tan importante como la inteligencia y la integridad de la concursante.

Cuando lo gané tenía 18 años. Fuimos 15 candidatas. Cada una buscaba alcanzar un objetivo, todas creíamos en la oportunidad que se nos brindaba y asumiríamos la responsabilidad que implicaba.

—¿Recuerdas alguna anécdota de esos días?


—Lo más ocurrente fue cuando en el programa de Radio Rochela, me nombraron ‘Miss Monadas’.

—¿Cuáles fueron los grandes cambios que ocurrieron después de tu reinado?

—Hasta ese año, el concurso fue de Radio Caracas Televisión, organizado por I. Font Coll. El año siguiente a mi elección, este pasó a Venevisión quienes, bajo la dirección de Osmel Sousa, desarrollaron más el componente del espectáculo.

Además la Chevrolet nos retiró su patrocinio y lo tomó Motores Rooth (Jeanette recuerda aún el eslogan: “Se escribe Rootes pero se dice ‘ruts’”), y en lugar de un Camaro, me dieron un Hillman Arrow.

El evento fue en el Teatro Nacional y presentado por Efraín de La Cerda.

Lo que más me costó fue salir en traje de baño. Eso que era cerrado casi hasta el cuello y muy bajo en las piernas.

Además, también fue el último año que el concurso internacional se celebró en Miami.



—¿Y cómo ha evolucionando el concurso?

—Para mí fue bien importante lo que sucedió en el 2002. Ese año era el 50 aniversario del Certamen y Osmel Sousa organizó un encuentro entre quienes habíamos sido Miss Venezuela.

Todas participamos en el jurado y allí pudimos comparar y compaginar los criterios de antes y de ahora. La ganadora fue Mari Ángeles Ruiz quien casi obtiene el Miss Universo, pues llegó a 1era finalista en el evento en Panamá.

Los valores que destacaron fueron evidentemente, la belleza física, pero insistimos que, al mismo nivel, se tomasen en cuenta su integración con los valores éticos, la formación, educación y consistencia en sus objetivos.

Para una Miss, lo importante es asumir su “reinado” con responsabilidad y estar consciente de lo que representa. Uno nunca deja de ser Miss Venezuela. El poder de convocatoria que jugará ese año y los que siguen, hay que usarlo con inteligencia y muy buen juicio y aplicarlo en pro de superar situaciones en los espacios sociales, culturales y ambientales.

—¿Qué opinas de la reciente elección de Miss Angola?

—Es un caso muy claro. El concurso ahora está tomando un nuevo camino que va más allá de zarcillos y bustos.

Miss Angola, apenas sabía caminar y moverse en la pasarela, pero dejaba ver que dentro de ella había algo más y lo supo comunicar.

—¿No crees que en esa decisión puede haber jugado una combinación de criterios ‘políticamente correctos’?

—No sé, no puedo negar su ausencia, mas sí su combinación con otros criterios.

Y no hablo del discurso manido de ayudar a los niñitos o a los pobres. En la preparación de las candidatas, se debe trabajar con igual esfuerzo en las cirugías plásticas y la vocalización, como en los principios de responsabilidad y formación en valores.

Son concursos de belleza, es claro, más no de ‘maniquies’ aisladas de la realidad.

Este terreno aparentemente trivial, de glamour y fashion, exige formar mujeres conscientes y responsables del rol que asumen. Y estos seres son difíciles de encontrar. Para eso se requiere tiempo, trabajo y un balance equitativo entre el marketing del concurso y la proyección de la ganadora.

Hay un nuevo mapa de la estética femenina.

—¿Pero tu no crees que en el concurso juegan otros criterios más allá de ser bonita o fea, sino que se mueven intereses muy alejados de la estética?

—Si piensas que hay motivaciones políticas, ¿cómo te explicas que Venezuela haya alcanzado ese altísimo número de coronas en el Miss Universo, a lo largo de diferentes períodos políticos?

De todas maneras no dejo de preguntarme que quiere hoy Donald Trump con Angola… No tengo la respuesta, mas si creo acertar que se tomaron en cuenta criterios más amplios y acordes con la situación contemporánea.

¡Este concurso no es tan fatuo como parece!

—¿Tienes alguna recomendación para las miles de muchachas que aspiran estar un día desfilando por la corona de Miss Venezuela?

—Que aparte de sus motivaciones personales para usarlo como un trampolín a la fama, que piensen en la mejor manera de usar ese poder mediático de manera de dejar una huella importante. Ellas tienen casi un rango presidencial, su imagen puede mover causas, lograr asociaciones estratégicas que trasciendan la pasarela.

Una miss tiene voz y voto. Te lo digo yo que a tantos años después, todavía me escuchan.

Son tiempos de cambio, así lo fue el 1971 cuando el concurso cumplió 40 años y así será ahora, 40 años después.

(Nota publicada en www.codigovenezuela.com 20/9/11)

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