“Para Enrique y Graciela,
estas anotaciones de una pasión compartida.
Con el recuerdo de Alejandro.
NY, Oct. 11”
Con estas líneas Alejandro Varderi nos dedicó su nuevo libro, “Los vaivenes del lenguaje: Literatura en movimiento”*, que será presentado el 28 de este mes, en McNally Jackson, una de las pocas librerías que sobreviven en Nueva York.
Alejandro, es un creador. Un intelectual que vive su venezolanidad, amalgamada a su saga catalana, sembrado en las páginas de Nueva York. Un educador, investigador y escritor incansable.
Alejandro Varderi nació en Caracas, 1960. Fue parte del movimiento de escritores que crecieron en las dos últimas décadas del s. XX. Participó en el Taller de Antonia Palacios y fue miembro del equipo editor de La Gaveta.
Hoy tiene más de 20 años viviendo, enseñando y escribiendo en Manhattan. Es profesor titular de Estudios Hispánicos en The City University de New York y su lista de publicaciones es extensa y variada. Las más recientes son “Viaje de Vuelta”
( novela 2007) y “A New York State of Mind” (ensayo 2008).
En “Los vaivenes del lenguaje: Literatura en movimiento”*, Alejandro Varderi se pasea por las obras de otros escritores cual viajero informado que describe sus encuentros, se sorprende ante los de los demás y los integra con la erudición del académico, sin perder la capacidad de asombro del inquieto narrador.
Son 36 ensayos, crónicas variadas publicadas en revistas especializadas o periódicos de España, Venezuela y Estados Unidos.
Entre sus páginas se siente el peso de la territoriedad que se mece en sus cadencias como una plataforma intimista que, a pesar de los cambios, le permite trasladarse a las profundidades del sentimiento.
Su pensar es tan definitorio que aunque trate de esconderlo se le escapa y, como él, con su herencia de viajero, atraviesa continentes.
Es fácil reconocer sus afectos, sus temores y sus banderas. El dolor de la partida, pero también el placer del re encuentro, del regreso, del reconocerse en la memoria.
Conversar con él, en su casa, una tarde de domingo, fue un privilegio.
Alejandro comenta el cierre de las grandes casas de ventas de discos y sobre todo de las librerías.
-Ya quedan pocas en esta ciudad. Hemos perdido la oportunidad de sorprendernos ante los tesoros expuestos sobre sus mesas o sobre sus estantes. No viviremos más esos maravillosos ratos deambulado por sus pasillos como si fuesen calles de ciudades imaginarias.
- Antes -continúa- ibas a ver qué encontrabas. Ahora vas a los recursos de internet buscando algo un titulo, un autor en especial. Ya no sucede ese deambular creativo y amigable.
- Añoro ese desfile de carátulas, de portadas, de tipografías, tamaños -concluye- hemos perdido, quizás más de lo que hemos ganado.
Alejandro cuenta las tardes pasadas en casa de Antonia Palacios o revisando la biblioteca de Oswaldo Trejo.
- Recuerdo mis años de formación cuando iba a casa de mis maestros y compartía con ellos sus tesoros. Cuando, con gran generosidad sacaban sus libros y me los prestaban diciéndome cuál me podría ayudar o cuál me iba a gustar.
Saboreando una mimosa estupendamente bien preparada, me pregunta Alejandro:
- ¿Sabes otra cosa que extraño profundamente ante la afluencia de tanta tecnología?, el que ya no hay bibliotecas en las casas, tampoco colecciones de discos. Te cuento que yo soy de los que aún uso mis cassettes. Antes, uno entraba en una casa y podía, viendo los libros y los discos, conocer una parte importante de la personalidad y los intereses de quien allí vivía. Ahora ya no. Solo ves un aparatito mínimo que tiene toda su música y otro un poco más grande, que tiene sus libros.
- Soy de los que pienso aún en el libro como un objeto. ¡Se disfruta de tantas formas!. Se ve, se lee, se toca, se huele. No los cambio por toda la agilidad digital. Reconozco las ventajas de la tecnología, pero también sus limitaciones – afirma cerrando el tema .
Alejandro Varderi es muy ordenado y disciplinado. Ha reconstruido su apartamento en un famoso conjunto al nor-oeste de Manhattan. Sin sucumbir a los encantos de las cocinas modernas, mantiene en uso su estufa original de los años 30.
Todos los días amanece trabajando con rigor. No se separa de su VAIO. Ante su pantalla pasa horas mientras escribe viendo al Hudson .
-¿Cuándo presentarás tu nuevo libro en Caracas?
- Espero hacerlo pronto. Sé que va a ser muy fuerte este nuevo encuentro. Ya no estarán muchos de mis amigos queridos. Unos por que han muerto, María y William, otros porque se han mudado de país.
Se queda en silencios por unos segundos y continúa:
- Pero me reconforta saber que compartiré con Patricia y Nicolás, Nella y Antonio, Yolanda, Federico, Mariela y Alfredo, y que podré conocer nuevos colegas. Porque es interesante el movimiento de nuevos talentos que está surgiendo en Venezuela.
En fin, Alejandro deja percolar sus añoranzas:
-Siento que las presencias, las ausencias y los recuerdos viajan con más rapidez que antes. Así como estamos perdiendo libros y discos, estamos perdiendo nuestros seres queridos.
*”Los vaivenes del lenguaje: Literatura en movimiento” Ediciones Libertarias. Madrid. 2011. 236 páginas.
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