La visita a la sede de la Biblioteca Pública de Nueva York (New York Public Library), es un imperdible de la ciudad, especialmente en este año de su centenario .
Construida en 1911, sobre la calle 42 y la 5º Avda., exhibe la exposición “Celebrando los 100 años”.
La muestra ratifica la premisa de sus fundadores “todo conocimiento debe ser preservado”. En ella se exhiben desde documentos venerados , hasta materiales y objetos que reseñan la vida cotidiana de personajes anónimos.
“Si el diablo en persona escribió un libro, querríamos tenerlo en la biblioteca”, dijo una vez Edwin Hartfield Anderson, su Director entre 1913 y 1934.
La muestra es deslumbrante . Primero por su eclecticismo. No sigue un guión curatorial clásico . Su museología rompe los esquemas. No solo exhibe libros, manuscritos, plumas o fotos de escritores, sino también tiene un toque pop y muestra objetos como el bastón de Virginia Woolf o los peluches de la colección de cuentos de Winnie-the-Pooh.
Segundo, no es un resumen triunfalista de nuestra cultura. Se exhiben también piezas que identifican baches dolorosos de la historia compartida, la primera edición integrada de “ Mein Kampf “ y un traje de un miembro del Ku Klux Klan.
Su museografía juega con yuxtaposiciones y contrastes dramáticos buscando generar diálogos que atraviesen tiempos y lugares.
La exposición con el lema “descubre, conecta, inspírate”, está estructurada en ejes temáticos: Observación, Contemplación, Creatividad y Sociedad.
No es difícil imaginar las largas discusiones entre los investigadores, quienes bajo la Curaduría de Thomas Mellins, tuvieron que seleccionar un poco más de 250 artefactos entre decenas de millones de piezas.
De esta manera la BPNY ofrece al gran público, de manera gratuita, un tesoro de piezas únicas que reseñan la tradición de un coleccionismo conducido con criterio amplio e incluyente. Desde una selección de tabletas cuneiformes Sumerias(c.a. 2300 BC) , culminando con una selección de los 740.000 items de su galeria digital.
La exposición nos lleva de sorpresa en sorpresa. Desde el manuscrito del cuento “La Lotería en Babilonia” de J.L. Borges, bordado con sus minúsculas anotaciones al margen, a la Biblia de Gutemberg , la carta de C. Colon (1493) relatando su encuentro, los apuntes de E. Hemingway y el “Bhagavata Purana”, el “Inferno” del Dante, el maletín de Malcom X y el mechón de cabello que Mary Shelly –autora de la novela Frankenstein o el Moderno Prometeo– le envió a Thomas Jefferson.
De paso te deleitas con la letra de la popular canción “Lover Man”, manuscrita por su compositor y saxofonista John Coltrane y el libro más antiguo conocido de los impresos en el hemisferio ’Doctrina Breve’, de Juan de Zumárraga entre 1543 y 1544, en Tenochtitlán, hoy Ciudad de México.
Estas piezas incunables están colocadas al mismo nivel de importancia que los pines de la lucha por los derechos civiles y los decorados carnés de baile del siglo XIX.
En fin, y en principio, esta selección de obras, muestra y demuestra la importancia del trabajo institucional y la consolidación de los pilares de la cultura con su compromiso de brindar a los ciudadanos un alimento para su inteligencia, su creatividad y su conciencia histórica.
Es imposible no hacer la comparación con la actual situación de nuestro Instituto Autónomo Biblioteca Nacional.
Hace ya algunos años, Virginia Betancourt, quien la dirigió de 1974 al 1999, al ser entrevistada por A.M. Hernández para El Universal, denunció el cambio de uso al cual han sometido a la institución, desapareciendo no solo sus colecciones sino sus servicios.
Preguntó la periodista:
“-¿A qué se refiere ese cambio de uso?-Lo que quiero plantear es que todo esto forma parte de un proyecto mucho más complejo, y no creo que se trate solamente de destruir unos libros o quemarlos o convertirlos en pulpa de papel. Implica cambiar la naturaleza de la biblioteca pública, no solamente de la colección sino de su función.
-¿Por qué podría ocurrir?-Porque la biblioteca pública es la biblioteca detestada por todos los regímenes totalitarios o dictatoriales. En la Unión Soviética no había bibliotecas públicas, ni en Cuba, yo fui y no la había. La biblioteca pública es el único servicio público en el que durante muchas horas al día pueden encontrarse personas de distintas clases sociales, de distintas edades, de diferentes intereses bajo un mismo techo y aprender a convivir. Porque si vas a un hospital, están los enfermos; si vas a la iglesia, están los creyentes; si vas al cine, está la película. Mientras que una biblioteca pública es el sitio más abierto”.
Esta visita la BPNY, reforzó mi indignación por la irresponsabilidad, ineficacia y corruptela de los actuales líderes políticos, no solo por lo que nos han arrebatado sino por negarnos el acceso a las fuentes del conocimiento convirtiendo a todo el país en damnificados culturales.
“Si el diablo en persona escribió un libro, querríamos tenerlo en la biblioteca”, dijo una vez Edwin Hartfield Anderson, su Director entre 1913 y 1934.
La muestra es deslumbrante . Primero por su eclecticismo. No sigue un guión curatorial clásico . Su museología rompe los esquemas. No solo exhibe libros, manuscritos, plumas o fotos de escritores, sino también tiene un toque pop y muestra objetos como el bastón de Virginia Woolf o los peluches de la colección de cuentos de Winnie-the-Pooh.
Segundo, no es un resumen triunfalista de nuestra cultura. Se exhiben también piezas que identifican baches dolorosos de la historia compartida, la primera edición integrada de “ Mein Kampf “ y un traje de un miembro del Ku Klux Klan.
Su museografía juega con yuxtaposiciones y contrastes dramáticos buscando generar diálogos que atraviesen tiempos y lugares.
La exposición con el lema “descubre, conecta, inspírate”, está estructurada en ejes temáticos: Observación, Contemplación, Creatividad y Sociedad.
No es difícil imaginar las largas discusiones entre los investigadores, quienes bajo la Curaduría de Thomas Mellins, tuvieron que seleccionar un poco más de 250 artefactos entre decenas de millones de piezas.
De esta manera la BPNY ofrece al gran público, de manera gratuita, un tesoro de piezas únicas que reseñan la tradición de un coleccionismo conducido con criterio amplio e incluyente. Desde una selección de tabletas cuneiformes Sumerias(c.a. 2300 BC) , culminando con una selección de los 740.000 items de su galeria digital.
La exposición nos lleva de sorpresa en sorpresa. Desde el manuscrito del cuento “La Lotería en Babilonia” de J.L. Borges, bordado con sus minúsculas anotaciones al margen, a la Biblia de Gutemberg , la carta de C. Colon (1493) relatando su encuentro, los apuntes de E. Hemingway y el “Bhagavata Purana”, el “Inferno” del Dante, el maletín de Malcom X y el mechón de cabello que Mary Shelly –autora de la novela Frankenstein o el Moderno Prometeo– le envió a Thomas Jefferson.
De paso te deleitas con la letra de la popular canción “Lover Man”, manuscrita por su compositor y saxofonista John Coltrane y el libro más antiguo conocido de los impresos en el hemisferio ’Doctrina Breve’, de Juan de Zumárraga entre 1543 y 1544, en Tenochtitlán, hoy Ciudad de México.
Estas piezas incunables están colocadas al mismo nivel de importancia que los pines de la lucha por los derechos civiles y los decorados carnés de baile del siglo XIX.
En fin, y en principio, esta selección de obras, muestra y demuestra la importancia del trabajo institucional y la consolidación de los pilares de la cultura con su compromiso de brindar a los ciudadanos un alimento para su inteligencia, su creatividad y su conciencia histórica.
Es imposible no hacer la comparación con la actual situación de nuestro Instituto Autónomo Biblioteca Nacional.
Hace ya algunos años, Virginia Betancourt, quien la dirigió de 1974 al 1999, al ser entrevistada por A.M. Hernández para El Universal, denunció el cambio de uso al cual han sometido a la institución, desapareciendo no solo sus colecciones sino sus servicios.
Preguntó la periodista:
“-¿A qué se refiere ese cambio de uso?-Lo que quiero plantear es que todo esto forma parte de un proyecto mucho más complejo, y no creo que se trate solamente de destruir unos libros o quemarlos o convertirlos en pulpa de papel. Implica cambiar la naturaleza de la biblioteca pública, no solamente de la colección sino de su función.
-¿Por qué podría ocurrir?-Porque la biblioteca pública es la biblioteca detestada por todos los regímenes totalitarios o dictatoriales. En la Unión Soviética no había bibliotecas públicas, ni en Cuba, yo fui y no la había. La biblioteca pública es el único servicio público en el que durante muchas horas al día pueden encontrarse personas de distintas clases sociales, de distintas edades, de diferentes intereses bajo un mismo techo y aprender a convivir. Porque si vas a un hospital, están los enfermos; si vas a la iglesia, están los creyentes; si vas al cine, está la película. Mientras que una biblioteca pública es el sitio más abierto”.
Esta visita la BPNY, reforzó mi indignación por la irresponsabilidad, ineficacia y corruptela de los actuales líderes políticos, no solo por lo que nos han arrebatado sino por negarnos el acceso a las fuentes del conocimiento convirtiendo a todo el país en damnificados culturales.
http://www.youtube.com/watch?v=X4B9eXdlv8o
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