Ayer, cuando guarde mi equipo de peluquería, me acorde de la primera vez que te corté el pelo.
Muy confiado te sentaste delante de mi, bajaste la cabeza, cerraste los ojos y te pusiste en mis manos o mejor dicho entre mis tijeras.
No sabias nada de mi experiencia como peluquera. No te la conte en ese momento. Callabas mientras yo te mojaba el pelo e iba poco a poco separándote los mechones, girando a tu alrededor fui seduciendote con una danza del vientre, que era la parte de mi que te pasaba frente a los ojos alternado con tu brazo coqueto, que se te escapaba de vez en cuando, para sobarme mis muslos o pellizcarme una nalga.
Yo seducida por el devaneo, reclamaba con cierta picardía, pero, al mismo tiempo estaba temerosa de equivocarme y que fueses a quedar trasquilado.
Que horror!!!! Fue en ese momento cuando caí en cuenta de mi osadía.
Siempre me había gustado cortar el pelo. Mis hermanos, cuando chiquitos, mujeres y hombres, corrían despavoridos cuando me veían tijera en mano... ! ! . Pelaitos los dejaba. A ellas les inventaba que si era un corte italiano. A ellos me costaba mas convencerlos del estilo que les habia tocado . Luego vinieron mis hijos...y ¡corte totuma! con los dos. Y como vivíamos fuera de nuestra urbe criolla, se veían muy exóticos...caminando por Nueva York.
Y llegaste tu.
Quedaste bello, no se como lo hice pero las canas incipientes te lucieron mas y tus ojos chiquiticos quedaron al aire como paraparas juguetonas.
Después de esta sesión, sucedieron muchas mas. Ya era entonces mi obligación.
- "No me quieres"-decías-hace tiempo que no me cortas el pelo".... y zúas allí quedabas sentado, casi desnudos los dos, y vuelta y vuelta, el ritual nos atrapaba y yo terminaba feliz con mi obra de arte completada....Tu te parabas satisfecho por tus travesuras atrevidas y tu pelo nuevo...solo faltaba retocarte los bigotes, pero ese era tu campo, allí si no me metía yo.
Hasta que llego el día que tuve que cortarte el pelo antes de tu operación, era 31 de diciembre, te operaban del cerebro el primero de enero, y había que llevarte al hospital con el pelo muy cortado.
Sentados en la mesita del balcón, en silencio, veíamos atardecer en Caracas mientras tus mechones cada vez mas grandes y mas blancos, caían al suelo. Después esa noche harías tu pernil y celebraríamos el Año Nuevo en casa como si nada. Como si nada nos estuviese pasando.
Esa fue la ultima vez que te corte el pelo. Ya después no hizo falta.
2 comentarios:
sentido y entrañable homenaje a nuestro inolvidable amigo...
cariños,
Maurelena
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