jueves, 4 de febrero de 2010

Primera fila


Anoche vimos dos películas seguidas, El Último Tango en Paris (1972)y el Festín de Babette (1987).

No se si el azar nos hizo una jugada, pero juro que la selección fue completamente casual. Si bien las diferencias eran esperadas, las comparaciones nos sorprendieron.

En realidad fue un gran momento para disfrutar de la magia del cine, y el goce de poder deleitarnos de las creaciones de dos grandes directores, desde el sofá de casa.

Dos enfoques, dos tratamientos, dos realizaciones aparentemente diferentes, pero que en el fondo tienen mucho que ver una con la otra, es mas, ambas poseen grandes coincidencias, tanto en el tema, como en su tratamiento técnico y actoral.

En ambas el tema es el placer, el goce sensorial, en una en el sexo y en la otra en la comida. En ellas se ejerce el poder a través del disfrute, el cual, aun siendo forzado, genera goce.

En ambas los primeros actores son personajes “depaisados”, uno Paul (Marlon Brando), gringo en Paris y la otra francesa, Babette, (Stéphane Audran )en un mini pueblo de Dinamarca. Los dos, han pasado sus primeros 40 años de vida, no solo conviven en culturas diferentes a las suyas, sino que además, han llegado allí marcados por accidentes emocionales en sus historias de vida.

La posesión del otro juega un papel central, el dominio del macho, en el caso de El Último Tango, Marlon sobre la joven, en el caso del Festín de Babette ella sobre las hermanas al hacerse indispensable y sobre sus comensales al imponerles el disfrute de su comida, sin dejar de lado el poder que el padre ha ejercido sobre sus hijas, que sería de por sí, objeto de otro comentario.

Tanto la fotografía, la dirección de cámara y la de arte en ambas, son impecables y los tiempos son lentos, a pesar de la violencia que esconden, las secuencias no se apresuran, la cámara y el montaje mantienen un tempo que no está a merced de las emociones.

Los trabajos de los directores, Bernardo Bertolucci y Gabriel Axel solo cambian el género y el objeto de quien domina, uno el hombre ejerce el control de la relación con violencia del placer sexual, el otro, la mujer que se impone por la relación de dependencia y la aceptación del placer gastronómico.


1 comentario:

Anónimo dijo...

la dos son muy buenas ... no me gustaría compararlas.

La fiesta de Babette quiero que brille sola!!!!!