No es igual ser el más popular que tener la mayoría de los votos
Fernando Mires, cierra su artículo ‘Las revoluciones árabes no son exportables’, con el corolario: “la derrota electoral de una dictadura popular sólo puede ocurrir si esa dictadura ha perdido las calles antes, durante y después de la elección”.
El preclaro profesor e investigador de historia política, se esmera en enumerar indicadores para fundamentar su aseveración: las revoluciones no se ‘pandemizan’.
En efecto, cada nación tiene su condición y por lo tanto es inútil tratar de encajar la de Venezuela entre la de los países del norte de África. Sin embargo, deja caer algunas aseveraciones que, entre líneas, iluminan nuestra situación.
Las dictaduras militares y populistas, en su mayoría, se sustentan sobre plebiscitos, realizando convocatorias que, transparentes o no, les mantengan en el poder, en nombre de la democracia, la historia o Dios sabe qué.
Muchas, a pesar de no haber alcanzado el mayor porcentaje de votos en las convocatorias, mantienen sus altos porcentajes de popularidad. He allí su anclaje. Los gobiernos de dictaduras militares populistas, pueden perder la mayoría electoral sin perder popularidad.
En Venezuela estamos viviendo esta situación. La avalancha de plebiscitos que hemos sorteado y superado señalan un incremento importante de los números que no avalan la gestión de Chávez, más su popularidad aún mantiene mayoría. Son dos componentes diferentes. El primero se obtienen con votos, el segundo con el contacto con las bases. Ambos son indispensables.
En el repertorio de Groucho Marx hay una anécdota que viene al caso. Un grupo de amigos se equipaban para emprender su primer safari en un país de África. Con ilusión infantil, fueron a una tienda especializada y salieron de allí con sus bolsas llenas y carteras vacías. Perfectamente aperados con un costoso set de camisas de hilo blancas, sombreros de piel forrados de seda, botas todo terreno, cantimploras, anti mosquitos, lujosas tiendas de campaña, en fin todo un trousseau para batallar contra la selva y cazar sus animales. Lo que no contaron, fue que su vuelo aterrizó en …Alaska.
No deseamos que nos suceda esto…aspiramos estar preparados para llegar a donde queremos .
Nuestra situación es mucho más compleja que la de este grupo de amigos, pero nuestro piloto está desbocado.
Por lo tanto, con mayor razón, debemos estar muy claros en como nos vestimos para la fiesta donde queremos ir.
Las cifras de la reciente elección para los representantes a la AN, dieron mayoría a los grupos que nos oponemos al gobierno de Chávez. Pero, si medimos los números de la sumatoria de las encuestadoras, aun su popularidad es alta.
La linterna de Mires nos pareciera alumbrar una conclusión: la importancia de alcanzar la mayoría de votos acompañada de incrementar la popularidad de nuestro candidato. Eso requiere trabajo y mucho TIEMPO.
Me doy el lujo de emparejarme con Mires y parafrasearlo: “estas palabras las estoy escribiendo solo como advertencia y no sin cierta preocupación”.
Épale pues, vistámonos como se debe, cuidemos todos los detalles para llegar a la fiesta que queremos, si no, no iremos pa´l baile.
1 comentario:
Si queremos reconstruir el país, el nuevo presidente debería ser católico y tener un matrimonio y una familia estable.
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