El
lunes en la tarde, mientras veía por Globovisión la conversación entre
Leopoldo Castillo y Tulio Hernández, otra Cadena Nacional de radio y TV
intervino la pantalla, Maduro nos impuso su discurso en el acto del
Teatro Teresa Carreño en Caracas.
Justamente
ellos hablaban de diálogo. Tulio destacaba que para alcanzarlo era
necesario: disciplina y perseverancia en la lucha, discreción y
serenidad en los métodos, astucia y persistencia en el camino que hemos
decidido.
Hace tiempo guardé una cita
de Borges:”unos quinientos años antes de la era cristiana se dio en la
Magna Grecia la mejor cosa que registra la historia universal: el
descubrimiento del diálogo. La fe, las certidumbres, los dogmas, los
anatemas, las plegarias, las prohibiciones, las órdenes, los tabúes, las
tiranías, las guerras y las glorias abrumaban al orbe; algunos griegos
contrajeron, nunca sabremos cómo, la singular costumbre de conversar.”
En
Venezuela, actualmente cuando se profundiza la polarización y los
números de las pasadas elecciones marcan las mitades, el diálogo entre
ellas aparece como una alternativa imprescindible.
La
Presidencia del ‘mientras tanto’, los actos de violencia, las
agresiones y amenazas están adquiriendo un perfil grave, tanto que si el
candidato del cambio no tuviese la presencia legítima y la fortaleza de
líder , la situación inevitablemente se hubiese ido de las manos.
Maduro
y su equipo continúan provocando con sus mentiras y buscando que se
reaccione con fuerza para defender la verdad a como de lugar.
Históricamente
países ante situaciones similares han logrado instalar el diálogo como
vehículo de la razón y de las ideas para la construcción de soluciones.
En nuestra situación han apelado a él desde el Papa Francisco, hasta José Vicente Rangel.
Muchos
analistas claman por el diálogo señalándolo como estrategia clara para
tender puentes y alcanzar acuerdos a fin que las partes se respeten
entre sí y se enfoquen en acciones concretas hacia la recuperación
social, económica del Venezuela.
Según el Diccionario de María Moliner, “ Diálogo :
(Mantener
Sostener) Acción de hablar, una con otra, dos o más personas,
contestando cada una a lo que la otra ha dicho antes. Conversación entre
dos partes para llegar a un acuerdo”. “… puede existir Diálogo de
Besugos: en el cual no hay relación lógica entre lo que dicen los
interlocutores, o Diálogo de Sordos en el que los interlocutores tienen
sus propios puntos de vista y no tienen voluntad de llegar a un acuerdo.
”
El diálogo no es fácil, pero vale pena, su aporte es tan profundo como difícil su ejecución.
En
la mañana había leído en Escenas de El Nacional, la entrevista que
Michelle Roche (MROCHE@EL-NACIONAL.COM) le hizo a Carlos Delgado Flores:
¬“El
diálogo entre iguales con interlocución; es decir, que tú escuches lo
que te están diciendo y que quien habla luego te escuche con una norma
que es consensuada. Esa es una actitud socializadora y permite el
surgimiento de un elector racional que aspira a generar un espacio de
gobernabilidad público y se interesa en crear una república a través del
intercambio de conocimiento. El diálogo empodera y la diseminación de
información genera simetría. “
El
diálogo exige bases y premisas compartidas. Exige respeto y
horizontalidad, confianza mutua, compartir información, consultarse
frecuentemente, sobre todo la coincidencia en un claro interés por
culmimarlo con éxito aceptado entre las partes.
Exige negociación y concertación en los términos para su puesta en marcha.
El
diálogo evoluciona y se desarrolla en un particular entorno
comunicacional, se cumple por etapas, niveles, fases y requiere de
asistencia externa y asesoría interna.
Su agenda debe ser flexible, permitir los giros sin apartarse del objetivo final para el cual se organizó.
En
la historia política reciente ha habido reconocidos procesos de
diálogos, por ejemplo, en Venezuela el Pacto de Punto Fijo (1958)
organizado con tres objetivos: defender la constitucionalidad y el
derecho a gobernar conforme al resultado electoral , establecer un
gobierno de unidad nacional y los 3 partidos se comprometen a presentar
ante el electorado a instalar un programa mínimo común. En España, el
Pacto de la Moncloa (1977) con el objetivo de procurar la estabilización
del proceso de transición al sistema democrático, así como adoptar una
política económica que contuviera la galopante inflación. Actual en
Colombia, se adelanta el Proceso del Diálogo por la Paz con las fuerzas
de las FARC. T con una objetivo: formalizar y poner en marcha acuerdos
sobre aspectos claves para el bienestar social. Estos seguramente poseen
fallas, brechas y por tanto quizás no alcanzarán la totalidad de los
objetivos propuestos, pero fueron motores importantes del cambio hacia
mejores estadios de vida política y social de los ciudadanos.
Ante
esta crucial encrucijada de nuestra vida como venezolanos que aspiramos
vivir y crecer en una Venezuela libre y democrática, donde se respeten
los derechos y se cumpla la ley, se necesitan acuerdos y pactos para
superar una crisis económica, social e institucional de gran
profundidad.
Pactar no es ceder. ¿Quién ha dicho que acordar es sinónimo de claudicar?
El
proceso será largo y complejo pero mientras más tiempo tome en
instalarse, más difícil sera alcanzar sus objetivos y poner a nuestro
país a andar por la vía del reconocimiento entre las partes y la
honradez tanto en el discurso como en las practicas de gobierno.
Dejo
aquí esta reflexión, con un reciente tuit de Alberto Barerra T.
(@barreratyszka) preclaro escritor: “Maduro quiere diálogo. Quiere
escuchar a los pendejos, ciegos, desgraciados que no votaron por él."
A
riesgo de parecer una ‘come flor’ exijo que en mi país, Venezuela, se
inicie el proceso de diálogo sustentado en el respeto, la verdad y el
compromiso por alcanzar acuerdos.
| @CodigoVenezuela