Ambos tomaron sus respectivos lugares y se quedaron en silencio.
-¿Que hago?- le pregunto
-Reza- le respondió el cura
-Pero ya es un poco tarde
-No importa, tarde será cuando lleguen.
Escucharon los pasos y los gritos del grupo de policías entrando a la Iglesia
El corazón de ambos parecía un batuqueo de tambores.
Los sintieron entrar hasta la sacristía.
Tenia cerrados los ojos y se concentraron para pedirle a la Virgen que no lo encontrasen. El Padre no levantaba la voz. Hasta que de pronto grito y salio del confesionario en una sola bulla, cantando y bailando flamenco.
Los pacos llegaron todos juntos a pararse frente de él.
-¿Que te pasa loco?...¿no has visto al Yaybir?
El cura no paraba de moverse al ritmo de la guitarra imaginaria. Ondulaba sus brazos y zapateaba rítmicamente. Giraba sobre si mismo, bajaba y subía la cabeza sin parar. La batola negra se le abrazaba a las piernas haciéndole una orla.
-¡Epa vale, pero coñ…!¿que te pasa? Para ya.
-¡Quédate quieto o te damos!
En el afán de su baile y concentrado en sus movimientos, fue recorriendo la iglesia hasta llegar a la puerta.
Atrás de él le seguían el grupo de policías aturdidos y desconcertados. La gente empezó pararse en la puerta de la iglesia y con el alboroto cada vez más se acercaba gente sorprendida por el espectáculo.
Yaybir, sorprendido pero muy atento a los movimientos del cura, aprovecho esos segundos de distracción del grupo, salio despacito y en rápido movimiento en segundos estaba a salvo fuera de la iglesia. //
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