En Venezuela, en esta última quincena de agosto ‘la gata se nos sube a la batea’. Cuando apenas estamos saliendo de las deudas de las vacaciones con y para los chamos, caemos en las tribulaciones presupuestarias de la primera quincena de septiembre.
Quienes intervienen en el proceso de sostener los centros de educación, de mantener sus instalaciones, de asegurar sueldos estimulantes a los docentes, de contar con las dotaciones necesarias, cruzan los dedos para que el período 2011/2012 sea un año sin interrupciones inesperadas. También apuestan para que sus alumnos dispongan, a satisfacción, de los menesteres necesarios para un exitoso calendario escolar.
En estas semanas previas al inicio de las clases, son los padres quienes con preocupación, hacen cuentas acerca de cuanto ascenderán los costos para el equipamiento de los muchachos.
Para ellos los fantasmas se visten de listas largas con requisitos de uniformes, zapatos, útiles, libros y cuadernos, y toda la inimaginable parafernalia vinculada que se les exige.
El gobierno monta ferias que vuelan en un tris. Allí venden libros que no se exigen en los programas y se deshojan al acometer su lectura, cuadernos y lápices chimbos, uniformes que se encogen a la primera lavada y se destiñen no más les cae una gota de agua.
De un buen intento no pasan a una ayuda real.
Es interesante ver como en otros países, donde también es crítico este período del calendario, se las ingenian exitosamente, para ayudar al presupuesto familiar y estimular que los niños y jóvenes estén bien equipados para atender sus compromisos como estudiantes.
En estos programas participan los sectores a quienes les interesa que el circuito funcione con ganancias para todos.
Es de interés tanto para los proveedores, los distribuidores, vendedores y compradores que el sistema funcione.
Que los productores ofrezcan bienes de calidad y a precio adecuado.
Que los compradores compren.
Que los padres no queden en bancarrota por el alto desembolso.
Que las tiendas no se queden con materiales fríos.
Y lo más importante, que los niños y jóvenes cuenten con lo necesario para cumplir con sus programas.
Es responsabilidad de las autoridades, nacionales y municipales, que este sistema funcione.
En diferentes países se han puesto en marcha medidas que han dado resultados positivos para todos los involucrados.
Por ejemplo, una de estas consiste en la eliminación del IVA de los productos y útiles que tienen vinculación con el uso educativo, durante un período de 4 días.
En ese tiempo el comprador no paga el impuesto por artículos como uniformes, lápices, bolígrafos, cuadernos, libros de texto, materiales para manualidades escolares y otros vinculados.
En fin, se declara un territorio de libre de impuesto para quienes estudian y para quienes quieren aprender.
Para el erario nacional esta supresión por tan corto tiempo, no significa una pérdida, el % que deja de recibir es realmente irrisorio,
frente a la inversión que realiza en pro de la educación.
Si hay territorio libre de humo, hay puerto libre para licores y perfumes, ¿por qué no exención de impuesto para los escolares?
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