El Museo de Arte Moderno de Nueva York, fue el primer museo del s. XX que coloco su entrada al nivel de la calle. Hasta entonces siempre había que hacer el acto fisico de subir algunos escalones para acceder a las grandes experiencias visuales. Hoy en día, después de su grandiosa y transformadora renovación, el asunto continua siendo de altura.
Si bien el MoMa mantuvo su acceso directo para los peatones, el reto al disfrute del arte lo trasladaron a su interior.
Ya en el folleto del Plano de Información, la ilustración de la portada, en lugar de una fachada, colocaron...! las escaleras del edificio originario!.
Primero, subieron su tarifa de ingreso a $20 y segundo, los seis pisos del inmueble, fortalecieron el concepto de las escaleras, incrustándolas unas, como impecables diseños de pared y otras, las mecánicas, que como monstruos pre históricos, rugen irrumpiendo el silencio religioso que inspiran sus techos altos y minimalistas instalaciones.
El publico cándido puede confundirse, con la invitación igualitaria que le hacen al ingresar a la planta de recepción, donde se le permite echarse en el piso a ver una envolvente instalación de videos, pero, a medida que avanza en la edificación, debe posarse sobre las incansables orugas y confundirse pensando que es conducido a un piso de ropas de una tienda de departamentos y no a la maravillosa colección de pinturas.
De todas maneras, hay donde tomarse un rico café mientras se mira, desde arriba, otra gran postal de la ciudad.
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