Cuando los animales mueren, también tiene un cielo, y por tanto mientras viven sueñan con el Museo de Historia Natural de Nueva York, donde no hace falta ser famoso para poder recostarse en sus paredes o reposar en sus vitrinas.
Todos son bienvenidos, desde los vivos a los desaparecidos, los mínimos y los gigantes, los feos y los bonitos, sin importar sus colores.
Los vemos, dibujados, fotografiados, embalsamados y hasta embrujados.
Y si se nos queda algo por fuera, nos lo cuentan en la pantalla del IMAX en tres dimensiones, .
Junto a ellos o con sus memorias, comemos, aprendemos, compramos y nos divertimos atravesando los tiempos y la historia de quienes nos acompañan en esta tierra y la de aquellos quienes debemos cuidar muy especialmente.
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